jueves, mayo 22, 2008

La caja de música





No se como os va a sonar esto que os escribo, pero voy a intentarlo. Desde chiquita, veo cosas que los demás no pueden percibir y hasta aceptar lo que me pasaba, tuve muchas pesadillas, os lo cuento porque hace más o menos una semana cuando me acuesto, aparece Manuela. A ver como os explico yo no veo el espíritu, se comunican conmigo a través de telepatía y aún no estoy dormida y la mujer no ha parado hasta escribir su historia, ya le dije que os ibais a reír y me ha dicho: “yo te dictaré mi historia”. Así que os dejo con ella.

Me llamo Manuela Álvarez Vidal, nací en 1913 y dejé este mundo a los 90 años de edad, mi padre cuando era pequeña me regaló una caja de música, entonces contaba con 9 años, con una piedra recogida de las playa, donde vivíamos y me dijo así, nunca te deshagas de esta cajita ni de la piedra, que cada noche antes de dormir, mirarás para recordarte que deberás ser siempre fuerte y que en tu corazón tienes la fuerza y el amor suficiente para todo lo que ocurra en tu vida, conforme crecía. Cada noche abría suavemente aquella cajita sujetaba la piedra entre mis manos y recordaba las palabras de mi padre, que entonces no entendí, he sido siempre una mujer de carácter, pequeña, manos finas me gustaba mucho tocar el piano, como tocaba “Para Elisa”. Cuantos recuerdos mis padres emigraron aquí a La Habana; me casé a los 21 años y tuve 10 hijos, cada día en mi mecedora los vi crecer, trabajé duro en los campos, para criar a mis hijos, mi marido un estupendo médico. Álvaro Luque Méndez, apuesto como él solo, un cabello ondulado castaño claro, murió joven dejándome a cargo de casa, hijos y algunas deudas. Pero salí hacia delante hasta ver a todos mis hijos casados y conocer a mis nietos, mi pelo siempre recogido con gran moño, mis ojos negros como el azabache, durante todo este tiempo cada noche mi caja de música abría y recordaba las palabras tan sabias de mi padre que tiempo después entendí, sujetaba aquella piedra entre mis manos ahora envejecidas y repetía gracias padre por tus enseñanzas. Una noche cuando me fui a dormir mi alma abandonó mi cuerpo y no tuve tiempo de pasar las enseñanza de mi padre a una de mis hijas y después a mis nietas, estuve a punto de entregar mi caja de música y la piedra a Elisabet pero había decidido dársela ha Ana. Pero la tiene Elisabet que ahora tendrá unos 64 años, quiero que se la pase de nuevo ha Ana, con la piedrecita y la enseñanza de mi padre. Nunca conté lo tenía, como uno de mis grandes secretos y me quedé así llevándolo conmigo, y quiero que pase de unos a otros y sea entregado a mi biznieto Carlos. Ahora estoy bien; gracias a ti María Del Valle por transmitir mi mensaje me voy en paz hacia la luz y perdona por todas estas noches que te he dado.




Reflexión: podéis creer o no; pero os aseguro que no ha parado hasta escribir este post. Un beso os quiere Mari.






0 Comments:

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.