domingo, septiembre 21, 2008

¿Y ahora qué... ?

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Sus pasos cada vez más lentos. El ocaso de su vida, había empequeñecido sus ojos. Allá lejos quedaron, los años de juventud, donde todo lo entregó, manos marcadas de arrugas y duros callos del esfuerzo, de toda una vida de trabajo ¿Decidió la familia? ¿Tal vez… los mismos ancianos? ¿En que asilo ingresarlos? Para ellos, era como asistir al primer día de colegio. Sienten dentro de ellos-as, que tienen que convivir y compartir de nuevo, experiencias, revivir recuerdos pasados. Cosas que habían quedado en el fondo del cajón y colgadas en el armario. ¿Qué circunstancias nos acechan en la vida, para tomar esa dura decisión? ingresar a nuestros ancianos en asilos. Por otra parte muchos familias en épocas vacacionales, los dejan en hospitales, en los servicios de urgencias; Veranos, Semanas Santas y Navidades. Para estar tranquilos y olvidarse de ellos, algunos hay que darles de comer. Llaman al timbre sin cesar en su desesperación, para ver una cara amiga de auxiliares y enfermeras y se conforman con una simple sonrisa y una leve conversación plena de cariño, se encuentran solos. Hay de todo en estos aspectos, como familiares, que les cuesta hasta depresiones al tener estas decisiones tan duras. Y con todo el dolor de su corazón nos les queda más remedio. En cambio en otras ocasiones y circunstancias, las familias bien acomodadas los dejan, por no tenerlos en casa. Los dejan en asilos y hospitales olvidados. De alguna manera deberíamos ser más responsables, en el sentido de tomar conciencia y hacernos a la idea, como cuando tenemos un hijo y lo dejamos en la guardería , no nos olvidamos de ir a buscarlo, ni de que tenemos que recogerlo a la salida, cubrir sus necesidades, aniversarios, fiestas principales. ¿Por qué nos olvidamos de nuestros abuelos? El propósito de dejarlos en ese lugar, ¡No! Quiere decir olvidarlos y dejar que sean asistidos por tan solo enfermeras, médicos, auxiliares. Lo más imprescindible y necesidad. Esas personas de su sangre y entorno familiar, a su alrededor y no se olviden de visitarlos. Como si ya no existieran, la falta de amor, acorta sus años de vida. Porqué su aliento en esos momentos, es la ilusión de esperar a sus seres queridos. Ese entusiasmo alarga sus vidas, esa mañana para ellos-as, es saber que no están abandonados, los motiva, para QUE SU PARTIDA LA VAYAN RETRASANDO, MIENTRAS PUEDEN UN DÍA MÁS ESTAR CON NOSOTROS-AS. ¡Y LOS NECESITAMOS! Ellos y ellas nos conectan con la parte de nosotros mismos más profunda, encierran lo hermoso y bello de nuestra infancia, nos conectan con nuestro niño-a interior y sabiduría. Y con nuestra “ESENCIA”. Esa ternura de sus rostros es indescriptible, los sentidos son para eso, para sentirlos y a veces las palabras los desintegra al igual como pompas de jabón.

Reflexión de los ancianos: Mi partida hay que retrasarla y nosotros-as tenemos esas herramientas, para que se aplace su viaje. Y esperar un poquito más. Hoy no me iré… hoy no, hoy viene mi familia, a darme cariño. Ha llevarme a su casa. Ha llenarme de besos. Puedo esperar un poquito más… Antes de que sea tarde para volverlos a ver…….

Un beso con todo mi cariño, os quiere Lilly.




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