Hoy abriré el baúl, esa caja grande llamada corazón. Quiero limpiar mi alma. De esos recuerdos olvidados, nunca expresé con palabras lo que representas para mí, cuando llegaste, tan rubita, con una marca que parecía una rosa preciosa y roja y te sostuve en mis brazos, sentí tanta ternura que ese día supe que te tenía que cuidar. Circunstancias, de la vida, quizá criada aparte, hizo que el destino de tu crianza, lo ocupara alguien, que tenía que haber sido yo, por eso a veces me siento indefensa. Recuerdo lo que te costó andar y como te sostenía tus manitas entre las mías y pedía para que pronto andases. La diferencia de edad son 9 años. Siempre me recordaban eres mayor. A pesar de querer estar sola sin vuestra compañía, envidiaba sanamente el no compartir esas vivencias… Me he perdido tantas cosas. Pero entre mis recuerdos que sacar del olvido, como te hacía fotos en el balcón, Te acuerdas cuando te vestiste de romano, cuando subía las escaleras hasta el cuarto piso, corriste de la calle y me miraste con ojos muy abiertos verdes y chiquitina y con gran desparpajo. ¿Eres tú…? y solo supe mirarte con admiración y asentir con la cabeza, me mirabas como si nunca me hubieras visto. Tienes razón siempre estuve ausente, cuando más me necesitabas; quien pudiera volver a esa época sabiendo lo que hoy sé y sin pasar lo pasado y abrazarte más a menudo, revoltosa y graciosa. Adquiriste responsabilidades muy joven, para que las demás pudiéramos trabajar y aunque nunca te lo dije, el dolor que me causaba cuando bajaba hasta el metro de ver lo joven y madura que eras, siempre te veré como una cría, porque eres mi niña. Tu dolor es el mío, tu sufrimiento lo siento dentro de mí, callas para no preocupar y que no sufran los demás, es por ello que no nos comuniquemos como tendríamos que hacerlo y no sepa lo que te pasa. Ahora más que nunca me tienes. Por favor, recuperemos ese tiempo perdido; pídeme ayuda cuando lo necesites, estoy aquí. Te agradeceré siempre aquellos quince días de tus vacaciones, para estar a mi lado cuidándome, los días que me dejaste compartir en tu casa, los días que compartí con mi pareja y me ayudaste en la convivencia con mi pareja, como pedías para que me llegara un buen hombre a mi camino y rogabas a Santa Tecla. Cuando a veces nos disgustamos y lloramos como dos tontas. ¿Pero sabes porqué? Porque nos queremos demasiado y el vinculo es muy fuerte. Sé que a veces piensas, si yo te faltara y lloras a solas. Mi niñez, querida niña no me ha sido fácil, a mi manera también sufrí. Y cuando te vi en el hospital con aquellas fiebres tan altas, donde una enfermera se pasó toda la noche con paños de agua fría y nos dijeron que no saldrías si no bajaba la fiebre, a la cabecera de tu cama volví para agarrarte fuerte la manita mientras repetía “tienes que salir de esta”. Aquella muñeca tan grande que te llevemos a la habitación cuando todo había pasado. Por eso, mi niña Megan quiero decirte cuanto te quiero, no quiero que nunca lo olvides, seguiré siempre a tu lado y porque las cosa hay que decirlas como si fueran el último día en la tierra. Te respeto, te admiro y te quiero. Un beso muy fuerte y un achuchón muy grande. Te quiere Lilly.
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